Cuando empecé lo que algunos llaman el «camino espiritual», o de crecimiento personal como prefiero llamarlo yo, para aligerar la mística, poco imaginaba lo que eso supondría.
El crecimiento en la infancia es tan natural como el juego. De hecho, en esa etapa el aprendizaje es juego. Y jugando llenamos recipientes vacíos de información en todo momento. Con el paso de los años el recipiente se llena de más… normas sociales, roles familiares y vivencias propias. Y sin darnos cuenta, aterrizamos como adultos con el recipiente cargadito de «reglas, juicios y experiencias«, que dejan poco espacio y acarrean lastre de más. Y para cuando nos damos cuenta descubrimos que estamos cansadxs de cargar y sin idea de cómo soltar, y sin conexión con quién somos. Y eso, en el mejor de los casos, desemboca en una mirada hacia el interior que, a menudo, nos descubre incomodidad e insatisfacción. Algo está mal, incluso cuando existen motivos «objetivos» para estar bien. Y ese es el previo al inicio del viaje.
Y, todo viaje empieza con un primer paso. Y es saber que pasa algo para hacer algo con lo que pasa. Tomar conciencia es imprescindible. Tanto si gusta como si no, eres, somos, la suma de herencia, educación y experiencia vivida y evitada, como poco. Buena parte de lo que llevas a cuestas es ajeno, aunque lo creas propio, y toca cribar.
Pero, ¿qué conservar y qué mantener?
Hay cosas que verás clarísimo que no son tuyas, o que ya no te sirven, con esas te será fácil. Déjalas ir, limítate a soltar. Otras, sin embargo, no sabrás que hacer con ellas, darte tiempo te permitirá descubrir si las quieres conservar o dejar ir. Y luego están, las que ni siquiera verás, con esas poco podrás hacer, por ahora. Quizá un día la vida te las muestre y será entonces tu momento para abordarlas, si quieres.
Y aquí entramos en el siguiente punto a tener en cuenta, tú decides. Es una Elección Personal, es un camino voluntario. Lo eliges en libertad, tú decides si quieres o no transitarlo. Y la libertad también conlleva Responsabilidad y Compromiso. No voy a negarte que tendrás momentos de incomodidad, y es lógico. Durante ¿años? has pensando, obrado y vivido de una manera, y ahora estás cambiando tu zona de confort por la incertidumbre de lo desconocido. Los cambios conllevan un periodo de adaptación y es mejor aceptar la incomodidad como parte del proceso. No te la evita pero la aligera.
A aceptar la incomodidad ayuda practicar la autoGenerosidad. Regálate. Ámate, aprecia quién eres. Reconoce que mereces lo bueno que la vida te ofrece y disfrútalo. Practica el Humor, ríete a diario, seguro que encuentras algún motivo. Salvo excepciones las cosas son mucho más ligeras de lo que piensas, relativiza y lo verás. Y sobre todo, ten Paciencia. Cometerás errores, no te desesperes. A veces, parece que no hay avance, «doy un paso adelante y dos atrás, como poco». Revisa si ha quedado algo pendiente y sigue adelante. Y acuérdate de parar de vez en cuando a descansar, reponer fuerzas, y observar dónde te encuentras y el trayecto recorrido, y ver si quién te acompaña.
Conciencia. Libertad. Compromiso. AMOR. Generosidad. Humor. Paciencia.
Es un camino de Aprendizaje, y se aprende probando, como en la infancia. La vida es un constante proceso de aprendizaje, y ahora eres consciente. Si te das la oportunidad descubrirás que, paso a paso, conseguirás integrar lo heredado, lo aprendido y quién eres.
¿Damos el primer paso?