Toda la verdad…??

Hoy todavía es miércoles, día que recibe su nombre del dios romano Mercurio, como el planeta. Era el mensajero de los dioses y he pensado que podía ser un buen día para prestar atención a lo que se dice y cómo. 

¡Y mira por dónde!, al despertarme me ha venido a la cabeza aquella frase que dice:  «Las verdades ofenden y las mentiras se defienden»… ¿La has oído antes?…¡seguro que sí!

Me he puesto a pensar en que quizá a lo que se refiere la frase es que al “decir la verdad”, con frecuencia, se vomitan agravios  contenidos. Por eso, lo que «ofende» es que lo descarguen todo de golpe como si un camión nos vaciara su tonelaje encima, y más si procede de una persona de confianza, que la verdad en sí. ¿Y qué decir de «las mentiras se defienden»?, pelear  por conservar la presunción de inocencia  para revocar una sentencia sin juicio.

El caso es que me ha dado por pensar. Pensar en si miento voluntariamente o sin darme cuenta. Pensar en si me miento a mí misma. Pensar en cómo encajo “las mentiras piadosas” y cómo la “pura verdad”. ¿Y sabes qué he descubierto?… que esa frase, en mi caso, invierte el orden. Te lo cuento…

 …cuando descubro que me mienten, además de engañada, me siento ofendida porque no he podido elegir. La persona con su mentira me ha mantenido ignorante y a ciegas, y ha decidido por mí. Me ha quitado la libertad de aceptar la verdad y adaptarme, o no aceptarla e irme. Sin hablar de la cara de tonta que se me queda cuando descubro el engaño. ¿Y   qué decir de algunas personas con sus «verdades absolutas e inamovibles» que, con más frecuencia de la deseada, te fuerzan a defenderte?… así que,  en mi caso la frase, además del orden, invierte el sentido: Las verdades se defienden y las mentiras ofenden.

Afortunadamente, la mitad de las veces las mentiras son piadosas y las verdades evidentes. Pero, ¿digo la Verdad al decir la verdad?…¿es lo mismo mentir que omitir?…¿y a qué verdad  y a qué mentiras se refiere?

Es probable, que  decir la verdad esté más publicitado que practicado. Y que se mienta, sin saberlo,  en el mismo instante en que se cuenta algo por primera vez. Además de las mentiras convertidas en verdades a fuerza de repetirlas íntimamente, o de escucharlas desde la infancia. Porque aunque la Verdad es una, hay tantas verdades como personas implicadas, y tantas mentiras como verdades no reconocidas. 

En cualquier caso, no sé cómo lo verás pero la línea entre verdad y mentira no siempre es clara. Requiere una buena dosis de autoconocimiento, aceptación y asertividad. Autoconocimiento para distinguirla. Aceptación para asimilarla y asumir las consecuencias. Y asertividad para expresarla sin dolor.

Sea cual sea el contenido del discurso,  es la intención lo que marca la diferencia para que la verdad se convierta en una aportación constructiva de mejora, y no en una subjetiva imagen desvirtuada.

Y tú, ¿qué verdad practicas?

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