Empezar de nuevo. Las vacaciones han llegado a su fin, es el retorno a la rutina, a lo de siempre. Pero todo final supone un inicio que, aunque familiar, abre una puerta a lo desconocido que provoca cierto vértigo. Se clausura el expansivo verano y avanzamos hacia el introspectivo invierno.
El fin de las vacaciones puede ser el principio de proyectos y planes de mejora como hacer más deporte o, por enésima vez, aprender un idioma. Buenos propósitos cargados de firme determinación que, lamentablemente y con frecuencia, pierden impulso y quedan aparcados hasta más ver.
Tanto si se trata de actividades aparcadas como de emprender nuevos desafíos, en ambos casos, hablamos de objetivos a alcanzar. Y alcanzar un objetivo es una tarea diaria, se consigue paso a paso, día a día. Pero, a veces, es difícil saber que pasos hay que dar para lograrlo. Además, es común que en el camino-proceso salgan a pasear enemigos silenciosos como el miedo, la duda, la inseguridad o el desánimo. E incluso, no saber identificar lo que hace falta o con qué se cuenta para conseguirlo. Y, por supuesto, esto limita y condiciona tanto el camino como la meta.
Aunque, para hacerlo posible, igualmente determinante es la manera de plantear el objetivo. Un objetivo viable debe disfrutar de cinco cualidades, es lo que en coaching se llama un objetivo S.M.A.R.T., inteligente en inglés.
El objetivo SMART
Es eSpecífico, concreto. Es Medible, se observa su progreso. Es Alcanzable, es un logro realista. Es Relevante, sintoniza con lo que eres y haces. Y, por último, es realizable en un Tiempo determinado.
Definirlo es un reto pero seguir estas premisas te ayudará a la hora de conseguir lo que te hayas propuesto. Así qué atrévete, define tu objetivo SMART y, sobretodo, ábrete a la posibilidad de descubrir tus propios recursos y sorpréndete con el resultado.
Porque, cómo he dicho al principio, todo nuevo comienzo produce vértigo pero superarlo te acercará a tus sueños.