Amor de madre

Ayer fue día muy especial para mí. Hace veinte años me estrené como madre. Y no sólo estrené maternidad, también un sinfín de emociones que no conocía en mí.

Mi embarazo fue bueno. Mucha ilusión y algún temor, nada raro en una madre primeriza. Y son muchos los recuerdos de aquel tiempo pero, de entre todos, hubo uno muy revelador. Era el último trimestre de embarazo, fui al hospital para hablar con la comadrona de los preparativos. Y charlando, le comenté que me notaba muy pesada y que tenía ganas de parir ya, ¡tengo ganas de acabar!…. ella, con la templanza que da la experiencia, me miró con ternura, ¿o quizá era indulgencia?, mientras me contestaba: «Alicia, después del parto no acaba nada. Empieza todo»… y qué verdad!! Aquello, por evidente, me cogió por sorpresa.

Y sorpresa!, mi parto acabo en una cesárea de las que no se pueden evitar. Eso sí, di a luz una bebé sana. Y su primer llanto fue el pistoletazo de salida de emociones, aprendizaje, emociones, desafíos, emociones…¿he dicho emociones?…sí, mucha emoción y una nueva manera de ver la vida. Aún hoy me pregunto como un ser tan pequeño despertó en mí un sentimiento de Amor tan grande que crees imposible de igualar, a menos que tengas más hijxs.

Yo siempre quise ser madre, y la naturaleza me lo puso fácil. Nunca me planteé serlo por ser mujer, no creo que la realización de una mujer vaya ligada a la maternidad. Pero, es indiscutible que, por ahora, es la condición de ser mujer la que lo hace posible. Por eso, tanto si queremos como si no, todxs somos el resultado de la madre que nos parió.

¿Cómo es la relación con tu madre?

Las personas, al nacer, recibimos un legado con mucho peso y más memoria.  Y a las mujeres nos conecta directamente con la madre, y con la madre de la madre, y con la madre de la madre de la madre… abuelas, bisabuelas, tatarabuelas…y así hasta el principio de los tiempos. Todas las mujeres del árbol genealógico. Es un legado con mucho peso y demasiada memoria.

Lo curioso del tema es que, aunque te crees que obras por elección, realmente no es así. Puedes querer ser como tu madre o salir huyendo de esa idea pero, “elijas lo que elijas”, tu libertad personal está condicionada por esa memoria invisible. No es el único factor, por supuesto, pero sí es el que te impulsa o ancla durante años, e incluso de por vida.

Yo quiero muchísimo a mi madre, pero mentiría si dijese que mi relación con ella ha sido siempre fácil. Es más, por épocas, ha sido todo lo contrario. Y eso, entre otros factores, ha moldeado la persona que soy. De ahí, la importancia de reconciliarse con la madre.

Agradecer y sanar la relación con la madre es reconciliarse con la abuela-bisabuela-tatarabuela… Es soltar el ancla. Es ofrecer la oportunidad a lxs hijxs de empezar de nuevo conservando lo valioso de la estirpe y desechando viejas cargas soportadas generación tras generación.

Y sin duda, se logra al tomar conciencia, el primer paso para el cambio. El primer paso para ofrecer a tus hijxs recursos para lograr una vida con sentido.

Y tú, ahora sí, ¿qué eliges?

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